Madrid, España
En este artículo me propongo mostrar que lo que Sócrates hace con Fedro a lo largo de toda la obra no es otra cosa que utilizar la auténtica retórica (con su doble carga, dialéctica y psicológica) que es descrita en la segunda parte del diálogo. Las tensiones, rivalidades y celos de la situación inicial entre ellos expone un perfil representativo de relaciones entre interlocutores con perspectivas intelectuales opuestas. Es preciso disolver la resistencia emocional por medio de una serie de pasos graduales, estratégicos, y ‘engañosos’ (no se puede develar el propio juego desde el principio). Hay que partir de acuerdos, siquiera parciales, para continuar dialogando. Sin embargo, Sócrates también introduce nociones nuevas acerca del amor, pero éstas pasan desapercibidas a un Fedro obsesionado con la imitación de su enamorado Lisias. Hasta que Sócrates decide cortar el juego y cruzar el río. Este corte provoca un giro en ambos personajes: Fedro se dispone a escuchar lo que Sócrates quiere contarle (el mito del carro alado) y Sócrates se revela ante sí mismo como un personaje capaz de ‘encantar’ a Fedro con la belleza rapsódica del relato y superar su propio temor de convertirse en una bestia devoradora. Al final Sócrates muestra su juego a Fedro y le enseña cómo ha sido posible llegar a un auténtico diálogo filosófico, donde pueda tener lugar la enseñanza y el aprendizaje recíprocos.
In this article I intend to show that what Socrates attempts to do to Phaedrus along the entire dialogue is nothing but persuade him by using that ‘genuine rhetoric’ (which implies the knowledge of both dialectics and psychology) that is described in the second part of this work. Tensions, revalry and jelousy at the initial scene present a couple of interlocutors who have intellectual and emotional opposing perspectives. Persuasion takes place through a series of gradual ‘deceptive’ strategic steps (as Socrates cannot reveal his game from the start). Agreements, even partial, are required to keep the dialogue alive. Though Socrates also introduces ‘new’ notions, they go unnoticed to a Phaedrus obsessed with Socrates imitating his beloved Lysias. But Socrates decides to cut the game and cross the river. This provokes changes in both characters. All of a sudden Phaedrus is ready to listen to Socrates (who tells him the myth of the winged chariot) while Socrates reveals himself as capable of ‘enchanting’ Phaedrus with the beauty of the myth on the one hand, and of overcoming his own fear of becoming ‘a devouring beast’ at the same time. In the end Socrates shows Phaedrus his game in order to let him realize how it has been possible to reach a real philosophical dialogue where reciprocal teaching and learning can take place.
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