Julio Real González, Mario Sánchez Cachero (fot.)
La duodécima entrada nos permite describir un elemento arquitectónico dotado de una triple funcionalidad: práctica, decorativa y profiláctica. Práctica por constituir un elemento técnico constructivo que permite el desalojo de las aguas de la cubierta de un edificio; decorativa, por la variedad múltiple morfológica de que puede ser dotada con fines estéticos; y profiláctica en relación al Maligno, porque con frecuencia eran configuradas como seres mitológicos, fantásticos o demoníacos, que en la mentalidad medieval contribuían a mantener alejados de los templos a demonios y malos espíritus.
La arquitectura gótica fue pródiga en el uso de las gárgolas, y por ello nos dirigimos a visitar un templo madrileño perteneciente a dicha corriente arquitectónica y artística, y que a su vez fue nuevamente ornamentada en la corriente historicista del neogótico del siglo XIX: la Iglesia de San Jerónimo el Real. Pero terminemos de concretar la definición.
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