El 27 de septiembre de 1940 moría en la cárcel de Carmona (Sevilla) el dirigente socialista Julián Besteiro. Fue el único representante político de la República que quedaba en Madrid cuando el ejército franquista cayó sobre la ciudad. Enfermo y debilitado, fue condenado a cadena perpetua. Pasó sus últimos días de vida acosado por la enfermedad en la cárcel de Carmona. Sus restos fueron trasladados de noche, para infringirle una última humillación, a un desangelado rincón del cementerio de la citada localidad sevillana y, dos décadas después, siguiendo la voluntad de su esposa, trasladados al cementerio civil de Madrid. Besteiro fue una víctima más entre las cientos de miles que padecieron la guerra y la paz de los vencedores.
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