En las economías de tipo antiguo la mayoría de la población, viviese en el campo o en la ciudad, rondaba en el día a día la subsistencia. Una mala cosecha y como consecuencia una subida de los precios de los productos básicos y un aumento del paro, ponía en evidencia la capacidad de reacción de la sociedad, fuese en el sentido de la cobertura y protección de los más desfavorecidos o en el de la protesta o el motín. Pero no había que esperar a la crisis para que las "armas de los débiles" se empleasen en defender una necesaria e inexcusable supervivencia: era una lucha cotidiana.
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