La vida de Godoy, el hombre más poderoso de la España de Carlos IV, está marcada por tres presencias femeninas: la de su protectora, la reina María Luisa; la de su esposa, la condesa de Chinchón, que legitimó su estatus; y la de su amante, Pepita Tudó, que le acompañó en su exilio y se encargó de defender sus intereses en la España de Isabel II.
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