Las fiestas de moros y cristianos representan un mundo propio y concreto que atraviesa tanto la historia y la geografía de España como sus configuraciones sociales, políticas y económicas. Desde siempre han tenido un sentido pedagógico y presentan la complejidad de hechos, elementos, objetos y actores que las conforman como elementos contrapuestos entre sí (asimilación del nacionalismo y de los regionalismos o la eterna lucha hispana entre el bien y el mal), haciendo normal todo lo que se les acerca, lo que les da una potencia que pocas fiestas tienen. Estas fiestas camaleónicas se han ido adaptando a los diferentes momentos históricos y, entrada la posmodernidad, se han abierto a un juego de fantasía multicolor donde las artes plásticas y escénicas han tomado gran importancia.
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