Estaba previsto en el guión escrito por Sánchez y su equipo, pero, aun así, no fue un trago agradable de encajar. Pese a los duros ataques y a las dos amplias derrotas parlamentarias sufridas por el líder socialista, la investidura fallida, lejos de debilitarle, le ha colocado donde quería estar: reforzado en su partido, confirmado como opción más creíble para ocupar La Moncloa, y sobre todo, en el meollo de las intensas negociaciones que, a partir de hoy y hasta el 3 de mayo, empiezan a desarrollarse a contrarreloj.
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