La decadencia de los talleres artísticos de Toro a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII determinó que no pocos encargos recayeran en manos de maestros foráneos. En aquel ambiente local depauperado apareció esporádicamente el primer miembro de la estirpe de los Tomé, Antonio, que inició su actividad documentada como escultor en 1696 o poco antes, cuando tenía más de treinta años de edad, compartiendo proyectos con dos paisanos suyos, el ensamblador Miguel Rico y el dorador y pintor Juan Hidalgo.
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