Las perforaciones palatinas se originan, en primer término, por los grandes traumatismos, pero también aparecen como secuela de ciertas enfermedades infecciosas crónicas, por ejemplo: úlceras tuberculosas del paladar óseo y membranoso, en la lúes (gomas) y en la metalúes (tabes) como también en la disminución defensiva y de la capacidad de resistencia de los tejidos, como estados consecutivos a intoxicaciones crónicas, además de en la diabetes, esnifadores de cocaína, ventosas de goma que sujetan en malas condiciones aparatos protéticos, intervenciones operatorias en procesos tumorales quísticos, etc.
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