El ring es un espacio de paz. Los boxeadores suben a la lona para respetarse y los golpes, en la medida de lo posible, se esquivan; pero si llegan, si el contacto se produce, se encajan. La derrota es otro modo de alcanzar la dignidad y de bajarse del ring. Esta premisa une a la vida con el boxeo en una metáfora recíproca que enuncia lo que una y otro significan. La violencia, inherente al ser humano, es un medio de expresión de la vida, pero no del ring.
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