La ficción acaparó de manera mayoritaria la imaginación de los espectadores que acudían a las salas cinematográficas ya desde títulos como Voyage dans la lune (Georges Méliès, 1902). Pero también los noticiarios contribuyeron decisivamente a demostrar en su tiempo el fabuloso poder del cine y su infinita capacidad de sugerencia y asociación: su éxito se apoyó en la credibilidad que una imagen cinematográfica extraída de la realidad tenía, y aún tiene, para los espectadores, sin perder la espectacularidad y la emoción prioritarias de la ficción.
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