Entre 1930 y 1932 el cineasta soviético Sergei Mijailovich Eisenstein filma en México material para una película que había de llamarse ¡Que Viva México! y que quedó inconclusa. El viaje es una experiencia importante para su vida personal y culminación de un proceso fílmico, pero además el director sintetiza una serie de ideas y de experiencias estéticas de la cultura mexicana y las traduce a lenguaje cinematográfico, creando un modelo paradigmático de país y de "la mexicanidad", y este concepto se convierte en un modelo que otros recrean, principalmente Emilio Fernández, quien realiza películas muy gustadas en el extranjero, por lo que el suyo se convierte en un cine de exportación.
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