Hacia los últimos años del siglo XIII y comienzos del XIV, un grupo de escultores pertenecientes a los talleres catedralicios de León o formados en ellos y su entorno dirigieron sus pasos hacia la cercana ciudad de Zamora. Allí, durante el primer cuarto de la centuria desplegarán su arte en varios de los principales templos de la diócesis, la catedral de San Salvador, la iglesia de Santa María de La Hiniesta, la colegiata de Toro…, legándonos un conjunto escultórico sobresaliente. Desconocemos si la intervención de los prelados medievales de Zamora contribuyó a su llegada, aunque sin duda pudieron favorecer algunos de sus encargos. Otros emanaron directamente de las devociones y patronazgo del rey Fernando IV y de la omnipresente María de Molina, su madre. Bajo la figura del «Maestro de la Virgen de la Calva» reunimos ahora todas las imágenes pétreas producidas por aquellos anónimos artífices de estilo más o menos homogéneo, estereotipado e inmutable, aunque colmado de novedades y originalidad. Su nombre obedece a la que creemos fue su primer contacto con Zamora y obra maestra, la talla de Nuestra Señora de la Majestad de la seo capitalina, conocida vulgarmente como Virgen de la Calva.
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