El Consejo Europeo evaluará este mes la respuesta de la Unión Europea a la crisis de los refugiados. La dimensión masiva de este problema, sumada a las repetidas decisiones individualistas de un número creciente de Estados miembros en materia migratoria, está poniendo en entredicho el espacio Schengen. La canciller alemana, Angela Merkel, ejerce de defensora del sistema que facilita la libertad de movimiento dentro de la UE. Pero la considerada “mujer más poderosa del mundo” parece incapaz de imponer soluciones. Apenas medio año después del último capítulo de la crisis del euro –el que se resolvió con el tercer rescate a Grecia–, la Unión vuelve a enfrentarse a un nuevo desafío capaz de amenazar su existencia.
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