“Exista o no un unicornio real, no puede ser tan fascinante o tan importante como las cosas que los hombres soñaron, pensaron y escribieron sobre él” (Shepard). De todas las historias que se tejieron alrededor de la mítica figura del unicornio, una que se repite una y otra vez es que sólo una auténtica virgen puede ser utilizada como señuelo. Su aroma lo deja inerme ante el cazador quien, la mayoría de las veces, lo mata para obtener su valioso cuerno de múltiples virtudes. Una inesperada iconografía es la que propone Salvador Dalí en su pequeña estatua El unicornio.
“Whether or not a real unicorn existed, it may not itself be as exciting or as important as the things that men dreamed, thought and wrote about it” (Shepard). Of all the stories woven around the mythical figure of the unicorn, one that is repeated over and over again is that only a true virgin can be used as a decoy. Her aroma leaves the unicorn defenseless in front of the hunter who would kill it for its valuable horn. An unexpected iconography is the one proposed by Salvador Dalí in his small statue of The Unicorn.
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