El artículo analiza el género del bolero en el marco de la música cubana, sus características principales, entre ellas, tener un propósito esencialmente romántico, lograr una estabilidad rítmica en tiempo binario y acostumbrar dos partes o secciones de periodos musicales de dieciséis compases, separados por un pasaje instrumental que se llamó interludio o pasacalle. Se explica cómo desde Cuba el bolero arribó a la Península de Yucatán y conquistó todo México, generando una gran dinámica original y creativa. Se introdujo también con fuerza abonada y propicia en Puerto Rico; luego arribó a República Dominicana y Haití, países donde se le ha cultivado con perseverancia y esmero. La cuestión fundamental es que una preciosa conquista de la humanidad, como es el bolero latinoamericano, en su trabajosa y hermosa evolución de música y de decantada poesía, está relegado, en cuidados intensivos y amenaza su próxima extinción en una o dos generaciones venideras.
Hay datos que lo prueban: en Colombia en los años 90 existían festivales, concursos y encuentros con el bolero en casi todas las ciudades principales colombianas, incluso en las intermedias. Ahora sólo permanece el bolero con evento anual en: Cali, Barranquilla, Pereira, Riohacha y Caicedonia.
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