Bakú (Azerbaiyán).- Cuando acabó el sueño olímpico de Madrid, el 4 de septiembre de 2013, fueron muchos los que asumieron en cuestión de horas que iba a ser prácticamente imposible que la capital española volviera a colocarse, al menos en unos años, en el nivel que debería estar en lo que se refiere a eventos deportivos. Especialmente, desde el punto de vista de la comunicación. Con todos los fallos (que los hubo) y aciertos (que también los hubo), una cosa hubo que parecía clara: la percepción de la Candidatura, y por añadidura de Madrid, no era igual fuera que dentro de nuestras fronteras. Y en eso la comunicación interna y externa jugó un papel muy importante.
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