Ciertas dosis de “locura” -siempre bien entendidas- son incluso necesarias para el ejercicio de nuestra profesión, que no es ni mejor ni peor que otras (para nosotros mejor), pero que tiene sus singularidades. narcisismo para los introvertidos, obsesión para los menos atentos al dato, intuición, suspicacia... todos podemos ser buenos periodistas si evitamos los extremos. eso sí, sacamos un 9 en reinvención, el secreto de la eterna juventud. y otro punto a nuestro favor: la vocación, que va por dentro
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