Nos gustaría pensar que la cultura es el remedio o el antídoto contra el fanatismo, pero no es así. Como decía el filósofo Gustavo Bueno, una persona culta y formada puede creer, a la vez, en fantasías que a otros les parecerían cabalmente increíbles. Por eso, los terroristas no siempre son personas ignorantes. Y esto es lo que da más miedo.
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