Este artículo pretende mostrar que la paremiología requiere un tratamiento multidisciplinar. Para ello se practica un análisis semiolingüístico del antropónimo Pedro y sus formas derivadas, compuestas y complejas, de las que se contabilizan unas 250 ocurrencias en el corpus del Refranero hasta el siglo XX. Pedro adquiere un estatuto peculiar de sustituto y, sobre todo en sus combinaciones nominales, designa tipos sociales (como tipónimo) en dicho corpus, en que además de las paremias, los paremiógrafos han incluido formulaciones breves descriptivas, dialogadas y mixtas, análogas a los textos de la lírica, el dialogismo y la narrativa popular. El componente onomástico en el Refranero remite, en parte, a lo que este tiene de sedimento de la cultura oral u oralizada, e indirectamente al inaccesible juego de la conversación, en la cual, además de tipónimo, Pedro ha sido objeto de juego verbal (como ludónimo), según se comprueba también en los grandes autores clásicos.
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