Murcia, España
La enfermedad de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta, entre otros sistemas de neurotransmisores, a la proyección nigroestriatal dopaminérgica. El tratamiento paliativo con levodopa y/o agonistas dopaminérgicos mejora la sintomatología motora pero los pacientes continúan empeorando clínicamente tanto por el proceso neurodegenerativo que continúa actuando como el factor añadido del envejecimiento fisiológico. Estudios (in vitro e in vivo) en modelos experimentales han demostrado que los agonistas dopaminérgicos tienen efectos neuroprotectores mediados directa o indirectamente por su capacidad de estabilización mitocondrial, sus efectos antioxidantes, la síntesis de factores de crecimiento, la estabilización del sistema ubicuitin-proteasoma, la activación de la autofagia, la inducción antiapoptótica de la familia Bcl2 o la potenciación de neurogénesis (proliferación y migración) en la Zona Sub-Ventricular (SVZ). Los estudios clínicos no han confirmado completamente estos efectos y son necesarios análisis en grupos de pacientes mejor clasificados con similar sintomatología clínica, idénticos tratamientos y mismo tiempo de evolución. Los avances tecnológicos que permitan conocer la etiología y la patogénesis de la enfermedad (genética y ambiental) junto a métodos de evaluación clínica más fidedignos abren puertas de esperanza para desarrollar nuevas moléculas en el tratamiento sintomático de la enfermedad de Parkinson. Estas moléculas deberán exhibir potencial neuroprotector (profiláctico y/o terapéutico) capaz de mantener la función fisiológica cerebral, y de modificar/ ralentizar el curso natural de la enfermedad.
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