La corrupción mina la credibilidad social y económica de los países, aumentando de paso la miseria y la pobreza de sus ciudadanos. Constituye, por tanto, un problema realmente internacional y global, que exige la adopción de medidas supranacionales de carácter integral. Los informes elaborados por Transparency International no dejan bien parados a los medios de comunicación, que son percibidos como uno de los sectores más afectados por la corrupción.
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