La mejor manera de matar algo, es definiéndolo. Definir es dibujar claramente los contornos, y si por algún motivo a mí me ha conquistado la crónica, o acepto darle ese nombre a un género que me tiene máximamente interesado y divertido, es porque aún no me queda claro dónde están sus límites. Digamos, en todo caso, que son cuentos reales, acontecimientos convertidos en novelas, datos que constituyen poemas, la vida traducida a la literatura. El reporteo como un modo de imaginar, y la escritura movida por el gozo de contar algo presenciado.
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