El artículo somete a examen una de las principales escuelas de la ciencia política en el campo de las relaciones internacionales: el realismo político; a partir de la postulación de los principios efectuada por Hans Morgenthau en 1948, aunque con frecuentes apelaciones a Raymond Aron y a las conclusiones que Grogory Crane ha sacado sobre el tema, partiendo de sus estudios sobre Tucídides. Una teoría que se basa en la idea de que la vida política de los países está sujeta a leyes objetivas y que los Estados se mueven como actores racionales guiados por el interés; que rechaza la intromisión de la ética en la política internacional, que solo entiende la política en función del poder y que descalifica los esfuerzos normativos, pero pretende, a la vez, ser guía para la acción, es criticada desde un enfoque que avala los rasgos más progresivos del nuevo derecho internacional.
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