El propósito del autor es mostrar que al menos un liberal clásico, John Locke, reconoció totalmente el punto hasta donde los seres humanos son seres sociales, pero que no creía que ese hecho dictara ninguna conclusión política particular. El desacuerdo de Locke con los críticos contemporáneos - comunitaristas - no sería tanto acerca de los hechos como acerca de su importancia. Reconoció el carácter social de la vida humana y el punto hasta donde los individuos desarrollan creencias, ideas e intereses en un contexto social. El interrogante es que debe significar ese reconocimiento para la política. La premisa del argumento político de Locke -que los hombres nacen libres- no es un precepto sociológico sino moral. Y para comprender eso es básico apreciar lo que podría entenderse propiamente como individualismo lockeano.
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