Con las elecciones generales en ciernes, el debate sobre la ley electoral española y nuestra calidad democrática ha saltado a la primera línea. Este sistema de elección de representantes es uno de los menos proporcionales de toda Europa, orientado a fomentar el bipartidismo, y perjudica, esencialmente, a la tercera fuerza nacional –antaño, al PCE e Izquierda Unida (que sigue penalizada)–, y ahora, a Podemos y Ciudadanos, las formaciones que han dinamizado la vida política en los últimos tiempos. Además, desde 2011, votar residiendo en el extranjero se ha convertido en un calvario y, por si fuera poco, la Plataforma +Democracia acaba de publicar un estudio que, en líneas generales, deja muy mal parado el funcionamiento interno de los partidos.
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