Sin lugar a dudas, el indicador estrella de la Contabilidad Nacional es el Producto Interior Bruto (PIB). El trabajo necesario para elaborar la estimación de este indicador no es, en absoluto, trivial. La cuantificación de la economía debe ser organizada en sus distintas ópticas: demanda (consumidores), oferta (productores) y rentas, de forma tal que todo el entramado cuadre de manera perfecta en una sola cifra, el PIB, y que, además, guarde coherencia con el empleo que genera la actividad de dicha economía.
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