La industria cervecera nacional ha hecho realidad el sueño europeo. De hecho, hoy en 1992, son pocas las empresas españolas que no tienen apellido británico, francés u holandés. Este proceso, iniciado en 1984 con Heineken, primer apellido de El Aguila, ha llegado casi a su fin, tras convertirse el grupo Cruzcampo, Unión Cervecera y Sical en Guinness, y Mahou y San Miguel adoptar BSN como segundo apellido. Prácticamente dibujado el mapa cervecero español, las empresas han comenzado a redefinir sus estrategias. El management, la distribución y la publicidad son piezas claves, en un mercado donde la producción nacional ha tocado techo y sólo crecen las marcas sin alcohol y de importación.
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