La producción y el consumo de energía suponen 2/3 de las emisiones de gases de efecto invernadero. La mitigación del cambio climático es una batalla que se ganará o se perderá en el ámbito energético. ¿Qué tecnologías facilitarán la transición a un mundo sostenible? El cambio climático es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad. Los sucesivos informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, en inglés) han puesto de manifiesto una evidencia incontestable de que la temperatura del planeta está aumentando a un ritmo sin precedentes desde la época de la gran glaciación y que este aumento está siendo causado por el hombre.
Según el IPCC, se está produciendo una interferencia humana (antropogénica) en el sistema climático, y el cambio climático plantea riesgos para los sistemas humanos y naturales. Los riesgos conexos, derivados de episodios extremos, como olas de calor, precipitación extrema e inundaciones costeras, ya son entre moderados y altos en caso de producirse un calentamiento adicional de 1ºC. Los riesgos asociados a algunos tipos de episodios (por ejemplo, calor extremo) se intensifican con mayores temperaturas. El IPCC advierte que las crecientes magnitudes del calentamiento hacen que aumente la probabilidad de impactos graves, generalizados e irreversibles. Existe un riesgo de cambio climático global entre alto y muy alto con un incremento de la temperatura media global de 4ºC o más, por encima de los niveles preindustriales, cambio que conlleva impactos graves y generalizados en sistemas únicos y amenazados, importantes extinciones de especies, grandes riesgos para la seguridad alimentaria, y una combinación de alta temperatura y humedad que pone en riesgo las actividades humanas normales, entre ellas la producción de alimentos o el trabajo en el exterior en algunas zonas durante ciertos periodos del año. Los niveles de cambio climático suficientes para activar puntos críticos (umbrales de cambio abrupto e irreversible) siguen siendo inciertos, pero el riesgo asociado a traspasar varios puntos críticos en la Tierra o en los sistemas humanos y naturales interconectados aumenta a mayor temperatura.
Este problema exige una toma de medidas urgentes que, en la línea del artículo 2 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), dé lugar a la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático. Ese nivel no debería superar los 450 ppm (partes por millón), lo que daría lugar a una probabilidad media de limitar el aumento medio de las temperaturas a nivel global como mucho a 2ºC, en relación a la era preindustrial. Estos 2º se consideran como un límite más o menos seguro para evitar una catástrofe climática.
Para lograr ese nivel, son necesarios cambios drásticos en la forma en que producimos y consumimos la energía, incluyendo la necesidad de dejar sin explotar un tercio de las reservas de petróleo, la mitad de las reservas de gas y el 80% de las reservas de carbón, según las estimaciones de Christophe MacGlade y Paul Ekins. La razón por la que se necesita una transición energética hacia tecnologías y hábitos de vida menos intensivos en carbono es simple: según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la producción y el uso de energía suponen las dos terceras partes de las emisiones de GEI en la actualidad
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