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Un Franco poco europeo, 1960-75

  • Autores: Darío Valcárcel
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 29, Nº 168, 2015, págs. 108-116
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Capítulo mal conocido y peor estudiado, la difícil relación del general Franco con Don Juan de Borbón. El padre de Juan Carlos I y abuelo del actual rey mantuvo frente a Franco la reconciliación de los españoles. Superar la Guerra Civil. No a la división entre vencedores y vencidos.

      A punto de acabar 2015, al cabo de 40 años de la muerte del general Francisco Franco, no es fácil aportar datos nuevos a su biografía. Nacido al final del siglo XIX, en 1892, Franco protegió su pensamiento haciéndolo difícil de conocer. Hoy sorprenden dos cosas: lo poco que los españoles hablan de él pese a que gobernó España con mano de hierro durante casi 40 años, hasta 1975; y lo impenetrable de su figura con el paso del tiempo.

      En este artículo se estudian solo algunos aspectos de los años 1930-80. Se analizan algunas etapas de la Transición centradas en la personalidad de Franco y en los 15 últimos años de su régimen. Se revisa la evolución hacia la Unión Europea desde 1960 a 1975, además de reconsiderarse la función arbitral de una monarquía europea en los años finales del siglo XX. Pero grandes problemas de las cuatro décadas de dictadura quedan fuera de este análisis: cuestiones estratégicas, económicas, internacionales, culturales y sobre todo, qué era España y cómo se transformó desde 1936 a 1975.

      Algunos observadores británicos - Raymond Carr, Paul Preston - sostienen que la defensa de la civilización cristiana nunca fue una base sólida de la dictadura franquista. Franco era hombre poco cercano al cristianismo en los años en que, junto a José Millán-Astray, puso en marcha la Legión en el norte marroquí. Más adelante Franco cambiaría, quizá hasta alcanzar un notable fervor religioso. Pero hay historiadores solventes que lo dudan. En los años 1940 y 1950, Franco respondió al aislamiento internacional con la autarquía en la que el catolicismo se mezclaría también. Buscó y logró, en 1953, el apoyo de Pío XII y de la Santa Sede, cuando uno de sus pocos ministros respetados, el catedrático Fernando María Castiella, representó a Franco en Roma en los años cincuenta.

      La alocución de Franco al apóstol Santiago, agosto de 1954, sigue sorprendiéndonos hoy, 15 años después de terminada la guerra civil: "¿Qué fue de aquel espíritu de la Europa católica, cuando las peregrinaciones de fieles venían desde lejanas tierras pasando penalidades infinitas? Al contemplar en su verdadera dimensión la ola materialista y la propagación sistemática del error, y observar el vicio y la corrupción invadiendo [�] todos los escalones de la sociedad moderna; cuando la soberbia desafía la ley divina y [�] la apostasía se extiende a tantas naciones ayer católicas y comprobamos el espíritu demoníaco que caracteriza las persecuciones religiosas, presentimos que se aproximan días de prueba y de castigo".

      El historiador Ángel Viñas recuerda la talla física del general, difícilmente comparable a la del general Charles de Gaulle, fundador en Francia de la V República. Queremos decir, a uno y otro lado del Pirineo, Franco resiste mal la comparación. Grandes historiadores británicos conocedores de la España moderna - volvamos a Carr, Preston, Hugh Thomas - se han sorprendido ante el tono gris del franquismo


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