Este artículo examina una aparente paradoja en el corazón del trabajo de Chamoiseau: una acogida posmoderna de la diáspora y la movilidad y, simultáneamente, una agenda decididamente local y basada en la isla. La autora identifica una línea de quiebre entre la teoría de Chamoiseau (ensayos, entrevistas y especialmente sus empresas colaborativas con Glissant) y su obra de ficción, que sigue siendo resueltamente alojada en Martinica. Esta presunta “insularidad” ha implicado que su ficción haya sido leída como un lamento nostálgico por un pasado idealizado. Por el contrario, antes que fetichizar el pasado, se sugiere, su centramiento en la isla le permite a Chamoiseau involucrarse más profundamente con las historias de la esclavitud. Cada vez más, de hecho, el subsuelo funciona como una alternativa poderosa a los espacios de superficie, y superficiales, de la amnesia histórica y cultural explorados en las primeras novelas.
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