Desde el momento mismo en que se lanzó la idea del salario integral, se agitaron las opiniones acerca de sus repercusiones en la vida empresarial y laboral del país. Diversos puntos de vista se han esgrimido a favor o en contra de tal estrategia salarial. Voceros de los distintos gremios se han pronunciado periódicamente acerca de tal eventualidad, dejando la sensación aparente de que aunque la idea es buena, se requiere previamente de algunos ajustes y armonizaciones, algunas estructurales, en la legislación colombiana, en diversas instituciones, en sistemas financieros y contables, en ciertos mecanismos impositivos, llegando inclusive a la necesidad de cambio en algunos agregados como el consumo personal, los hábitos de ahorro, los niveles de inversión, de empleo, etc. etc. Este gran numero de modificaciones implícitas en tal estrategia y su imprevisible onda expansiva, es lo que vuelve difícil generalizar sobre las bondades y limitaciones de dicho proceso, máxime cuando su repercusión será distinta según cada empresa o individuo. (…)
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