Luego de la crisis de representación del año 2001, el sistema político argentino ha atravesado profundas transformaciones, que afectaron la distribución del poder político en lo que se denominó bipartidismo imperfecto, antes dominado por el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. En la última década, fuerzas políticas ajenas al bipartidismo han conquistado y retenido el control de gobiernos subnacionales. Entre estos casos, sobresale Propuesta Republicana (PRO), un partido político de redes que desde el año 2007 accedió y retuvo el gobierno del segundo distrito electoral más importante del país: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde esa posición, se ha instalado en la esfera pública argentina como oposición a la presidencia de la peronista Cristina Fernández (Frente para la victoria). El artículo describe y analiza las estrategias del PRO para la formación de alianzas en el ámbito nacional, tanto en la arena electoral como en la legislativa. Se argumenta que, a diferencia del resto de las terceras fuerzas, el PRO privilegió recurrentemente mantener el armado en el distrito porteño sobre la construcción de una coalición nacional, lo que significó una postergación en la política de nacionalización partidaria, pero también el principal recurso para que el partido superara dos amenazas: el desgaste por la volatilidad del electorado y la cooptación por parte de organizaciones nacionales.
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