En uno de sus cuentos, Borges se encuentra con otro que es él mismo. Así se titula el relato: El otro; un joven sentado junto a Borges en bancas contiguas frente a un río, pero en ciudades y años distintos; “lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris”. Borges, el viejo, piensa ante sí mismo, cincuenta años atrás, que “su inevitable destino era ser el que soy”; porque “al recordarse, no hay persona que no se en- cuentre consigo misma”, dice el autor ante un río en invierno, “es lo que nos está pasando ahora, salvo que somos dos”.
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