Las ciudades se mantienen en constante evolución y los que las ocupamos no hemos mantenido el ritmo de esta marcha. No tenemos conciencia de lo que realmente sucede con el espacio y con el lugar que dejaremos a las próximas generaciones. Es preciso, crear nuevos órganos para ampliar nuestros sentidos y nuestro cuerpo a nuevas dimensiones aún inimaginables y quizá imposibles que evidencien la necesidad de espacios vacíos y de silencio. El arte puede ser un recurso de libertad que tenemos para la reflexión para encontrar la manera de introducir una pausa, un vacío cargado de intención, un espacio de silencio en un espacio descontrolado.
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