A las ocho en punto de la noche, en un palacio adyacente a la Catedral de San Pablo en Londres, en Goldsmith’s Hall específicamente, se dio comienzo a una cena para ciento cincuenta invitados, todos hombres, “los más sabios y brillantes de la nación”, según Simon Worchester: representantes de la Iglesia, del gobierno, de la nobleza, de las ciencias, de la academia, de la prensa. Al final, habiendo despachado los saludos protocolarios a la realeza (ocupada en otros menesteres), el honorable Stanley Baldwin se encargó del brindis de gratitud y admiración a los editores y redactores del Oxford English Dictionary.
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