El tema que vamos a ver hoy es muy delicado y frecuente fuente de controversias debido a su complejidad. Empezaremos con resultados científicos pero también vamos a ver muchas implicancias políticas y sociales. Trataré de rever todos los aspectos, empezando con los datos científicos para llegar a posibles soluciones: ¿cómo atender los problemas que vamos a mencionar ahora? Me han solicitado hoy que mencione solamente los problemas vinculados a los campos de baja frecuencia asociados a las líneas de electricidad. Esto, posiblemente, se podría decir que se vincula con la electricidad en general, con las líneas de alta tensión pero no solamente con ellas. Sin embargo, debemos recordar que la mayor parte del problema en el ámbito social proviene del hecho de que nosotros vivimos en un mundo que cada vez está más sumergido en campos electromagnéticos originados por distintas fuentes. Esto el público lo advierte y los medios lo destacan aún más. Tanto, que es cada vez más frecuente que la prensa y la televisión utilicen los términos ‘contaminación electromagnética’ o ‘polución electromagnética’. Yo no sé cuán habitual es esto en Latinoamérica, o en la Argentina en particular, pero es algo muy habitual en Europa. En general, la gente menciona estos conceptos y las implicancias del uso de estos términos son bastante severas porque lleva a malentendidos. Cuando se habla de la contaminación electromagnética, o el ‘electrosmog’ esto implica una serie de consecuencias. En primer lugar, con el uso de estos términos nosotros ya estamos suponiendo que es un fenómeno ‘negativo’ aún antes de comenzar a ver los posibles efectos e implicancias. Hablamos de contaminación y la contaminación no es buena ni positiva; es algo que se percibe de inmediato como algo perjudicial para nuestra salud y el medio ambiente. En segundo lugar, está el hecho de que, al hacerlo, tendemos a asumir que todos los campos electromagnéticos son básicamente iguales. Nosotros vivimos en este mundo con líneas de tensión, teléfonos celulares, electrodomésticos, radares, transmisores, etc. A todos estos campos, en su conjunto, se los agrupa y esto genera mucha confusión, porque es indispensable recordar que, por motivos tanto científicos como lógicos, los campos de los que estamos hablando son totalmente diferentes. Por ejemplo, si nos referimos a la electricidad, las líneas de transporte eléctrico operan a una frecuencia de 50 hertz, es decir, oscilaciones de 50 ciclos por segundo. Por otro lado, la gente ahora se preocupa por los teléfonos celulares que operan a 900 o 1800 Megahertz, es decir, millones de oscilaciones por segundo. No se trata solo de una cuestión científica, es de sentido común entender que lo que puede ocurrir como consecuencia de algo que oscila 50 veces por segundo no debe ser igual a lo que ocurre con algo que oscila a millones de veces por segundo. Esto, en principio, no significa que los primeros sean peligrosos y los segundos inocuos o viceversa. Podría ser que ambos fuesen peligrosos –o ambos seguros– pero como se debe a consideraciones totalmente diferentes debemos separar estos temas.
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