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Resumen de Leonardo, cuadernista ante todo

Luis Pérez Ortiz

  • En los años recientes las redes de Internet han propiciado un llamativo fenómeno artístico-social, el auge del Cuadernismo. La inmediatez de la publicación y el gusto del intercambio, unido a que fomenta la actividad en grupo, han convertido al viejo cuaderno de bocetos y apuntes en un popular soporte para todo tipo de propuestas gráficas. Tradicionalmente, los blocs de artista, al igual que los notebooks de escritor, ofrecían un campo de tanteo y aproximación a la obra definitiva, la que se terminaría publicando. El contenido de tales cuadernos quedaba como material de taller, de uso interno; virutas y recortes que se barren una vez concluida la jornada. La valoración de lo gestual y fragmentario ha llevado hoy a fijarse en esos materiales y encontrar en ello el rastro del proceso creativo, con carga expresiva y significativa tan interesante como la obra acabada, o más.

    No deja de ser curioso que el indiscutible patriarca y mayor practicante del Cuadernismo de todos los tiempos, Leonardo da Vinci, no tuviera entre sus motivaciones, ni mucho menos, la de publicar o la de salir a dibujar en compañía. Su incesante y meticuloso anotar cuantos variados asuntos pudiera estudiar por sí mismo, ejercitando sus sentidos e intelecto, hace del conjunto de sus cuadernos un diario- enciclopedia personal, huella de una práctica tan inherente a su singular modo de vida como el respirar. Más allá de consistir en un oficio, una profesión, una vocación incluso, la anotación continua es en Leonardo una forma de vivir, de estar en el mundo. En su caso, habría que decir en el Cosmos.


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