Este trabajo defiende que no hay nada en las Historias patrias o nacionalistas que las descalifique como narraciones históricas legítimas o como buena Historia. Sus sesgos y sus anacronismos son sencillamente rasgos estructurales que comparten todas las narraciones históricas, y por ello la Historia como «disciplina científica» no puede ofrecernos ninguna orientación útil cuando debatimos sobre la conveniencia de enseñar más o menos Historia nacional en las escuelas. La Historia académica no milita en ningún bando: no es nacionalista ni cosmopolita, o puede ser ambas cosas. De modo que no hablamos de ciencia cuando discutimos qué hacer con la Historia nacional en las escuelas. Y lo que decidamos hacer debería depender exclusivamente de cuáles sean nuestros objetivos educativos (o, lo que es lo mismo, de nuestros compromisos morales y políticos) y, en segundo lugar, de los elementos azarosos y contextuales que determinan, en cada momento y lugar, la utilidad de las Historias nacionales para alcanzarlos. Siendo esto así, apelar a los dictámenes de la «ciencia» solo puede enturbiar el debate y enconar las disputas, haciendo mucho más difícil que tengamos una conversación fructífera.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados