Ricardo de la Cierva cuenta que escribió este libro para sobrevivir como intelectual en el año que tuvo que desempeñar, como político, una especie de "misión imposible" como aduanero de libros con deseos de suprimir la aduana. Y como cree que un libro de historia puede revisarse de forma permanente. Y la curiosa función de su "deshago final"
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