Virginia Miranda, Edurne Santamaría
Las familias de los candidatos a la presidencia del Gobierno no saben si guardar la ropa de invierno en el armario o en una maleta. Joaquín Almunia no se conforma con echar un pulso político a José María Aznar; también pretende echarle de la Moncloa. A tan sólo una semana de la celebración de los comicios generales, los dos líderes ya están preparados para un eventual cambio de domicilio si así lo decide el electorado y ambos han tratado de encontrar la mejor solución posible a este "contratiempo dosméstico". Almunia lo tendría fácil, debería abandonar su piso en la Dehesa de la Villa para recalar en la residencia presidencial, donde, tal y como le recomendó Felipe González en un reciente mitin en Sevilla, deberá quitar el tapizado de flores de Lis, detalle de Ana Botella. A Aznar sin embargo le costaría más, concretamente los 100 millones que debe desembolsar para pagar el chalé que adquirió el pasado verano en una urbanización de lujo en Pozuelo
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