Con el asesinato de Buesa, ETA ha llevado al PNV a la situación que Arzalluz pretendía evitar a toda costa: verse obligado a elegir entre romper con los partidos no nacionalistas, incluido el PSE, con el que había cierto acercamiento, o sentenciar la muerte del pacto de Estella. En cualquier caso, todo parece indicar que la brecha abierta con este atentado llevará al fracaso de la estrategia de Arzalluz de embarcar al PNV en un frente nacionalista cada vez más radicalizado, a cambio de una paz cada vez más lejana
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