La neurosis de angustia, como concepto nosológico y categoría clínica, es estrictamente freudiana y nace en el terreno del psicoanálisis. Surge en oposición al concepto de psiconeurosis, y por esa razón, sus síntomas no son interpretables y en esa medida, no son abordables por el psicoanálisis. Pero a pesar de eso, la neurosis de angustia conserva todo su valor, en tanto sus síntomas constituyen aplicaciones particulares de la libido y exigen una revisión de esta noción a la luz de nuevas investigaciones psicoanalíticas. Además, contribuye al conocimiento de la formación de síntomas en la histeria y la obsesión, y a una reflexión sobre las relaciones de la sexualidad con lo real. El problema de la angustia y las dos teorías de Freud sobre ésta: como consecuencia de la represión y como causa, amerita una reflexión sobre esa paradoja. Lacan remite la angustia a lo real, al definirla como su única traducción subjetiva y por eso, como un afecto que no engaña. Y puede abordarla a partir de la consistencia lógica del objeto a, conservando la perspectiva freudiana por la cual la angustia no es interpretable, y si no es interpretable, hay que atravesarla en el análisis.
The anguish neurosis, as a concept and clinical nosological category, is strictly Freudian, and was born in the field of psychoanalysis. It surges in opposition to the concept of psychoneurosis, and for that reason, their symptoms are not interpretable and to that extent, they are not affordable by psychoanalysis. But despite that, the anguish neurosis retains all its value, while its symptoms are particular applications of libido and require a revision of this notion in light of new psychoanalytical research. It also contributes to an understanding of the formation of symptoms in hysteria and obsession, as a reflection on the relationship of sexuality with the real. The problem of the anguish and the two theories of Freud on this: as a result of repression and as a result, warrants a reflection on this paradox. Lacan refers to the real anguish, to define it as its sole subjective translation and therefore, as an affection that does not fool, and can tackle it from the logical consistency of the object, while retaining the Freudian perspective in which the anguish is not interpretable, and if it is not interpretable, we have to pass through in the analysis.
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