"Se quebró su cuerpo, cayendo doblado, empapadas en sangre sus rodillas. La chusma allí reunida gritó obscenidades; ni un grito, ni un 'ay' en el mártir...La orden de ejecución preveía esa primera etapa de deleite a los triunfadores del momento... Petrificado, hipnotizado, veía yo hacer, impotente en mi terrible soledad. [...] Estaba allí por miedo a hacerme sospechoso [...]. Estaba harto, todo en mí se rebelaba y, sin embargo, estaba allí petrificado, hipnotizado, medio muerto de miedo quizás".
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados