La inexistencia de premio Nobel en Matemáticas ha intrigado desde siempre a la comunidad científica y ha llevado a la creación de diversos premios que tratan de suplir su falta. En este artículo se analizan algunas de las causas que pudieron llevar a Nobel a tomar su decisión: ¿olvido?, ¿odio a las matemáticas?, ¿no las consideraba importantes? ¿rencores personales? Por supuesto, la verdad sólo la conoce Alfred Nobel. Sin embargo, un análisis de su vida y sus relaciones personales arrojan luz sobre el asunto, de modo que, con probabilidad rayana en la certeza, la hipótesis más plausible es que la razón de ello fue el rencor.
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