En esta indagación sobre la autobiografía y el curriculum operis de la escritora costarricense Lilia Ramos se vislumbra que el cambio de nombre, agenciado por Lilia desde su infancia, es una especie de conjuro con el que se autoafirma y reinventa desde niña, para resplandecer intelectual, académica y profesionalmente de adulta, cuando logra trasmutar su complejo de “fealdad” en resistencia vital. Esta lectura se realiza desde la perspectiva expuesta por Judith Butler en el libro Lenguaje, poder e identidad, texto donde la teórica se refiere a la acción violenta e injuriosa de los nombres y su relación con la propia identidad.
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