El testimonio es uno de los lenguajes principales de la fe. La Buena Noticia del Evangelio está hecha para ser contada, para que llegue a todos. Por esta razón, no solo la Iglesia ha tenido en alta estima a los testigos de la fe, sino también el Señor, quien ha querido contar con el ser humano para que corrobore la autenticidad de sus palabras y acciones. Hasta tal punto que sin el testimonio del ser humano no sería posible verificar la fiabilidad de Dios. Pero solo hay un modo de testificar a su favor: certificar con la propia vida la veracidad y bondad del plan divino
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