Los autores de este artículo relatan la historia de la obtención del azogue, y distintas técnicas utilizadas a lo largo del tiempo. Entre ellas, la que más se ha extendido, ha sido el horno de reverberación. En 1633, Lope de Saavedra y Barba, natural de Siruela en Badajoz (a 40 km de Almadén) pero afincado en Huancavelica (Perú), inventó un horno para poder obtener azogue. Las ventajas que aportaron esta invención fueron enormes: reducción de tiempo de cocción, de combustible, etc. Poco después, aparecería la tecnología de �aludeles� (condensador de azogue hecho de arcilla que enchufados unos en otros constituyen las cañerías en las que condensan los vapores mercuriales que salen del horno) y que saltó el Atlántico a través de la persona de Juan Alonso Bustamante, natural de Zagala (Badajo), quien pudo conocer las técnicas empleadas en Huancavelica. Regresó a España y en Almadén, construyó el primer horno, similar al modelo de Saavedra Barba. Desde ese momento comienza la historia de los hornos de aludeles, tecnología que aunque ha sufrido modificaciones y variaciones a lo largo del tiempo, ha sido utilizada hasta épocas muy recientes.
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