Durante los primeros meses se ha manifestado una creciente preocupación por lo que se ha llamado el cambio global y, en particular, por las consecuencias del efecto invernadero, determinado por la acumulación de ciertos gases en la atmósfera (entre ellos, y con un papel muy importante, el dióxido de carbono o CO2). Estos gases funcionan en la atmósfera como una pantalla que deja entrar las radiaciones de onda corta procedentes del Sol, pero no deja salir las de onda larga emitidas por la Tierra, actuando así a modo de trampa de calor (como las paredes de un invernadero). El resultado esperable es un recalentamiento global. En la hipótesis de duplicación del contenido de CO2 en la atmósfera se predice un incremento de la temperatura media de entre 1º y 5º C.
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