La realización de informes, que permitan documentar los casos clínicos de personas que han sido atendidas, presenta diversas dificultades que hacen que estos informes resulten deficientes (1). Un informe clínico ha de permitir transmitir aquellos datos que logren que su lector llegue a las mismas conclusiones diagnósticas y terapéuticas con las que concluye el informe (2). En este sentido, los datos que figuren han de ser adecuados y suficientes (3). Ante estas premisas se estableció una metaestructura de normalización de informe con tres categorías (Factores Condicionantes Básicos, Variables del Cuidado y Procesos Vitales) (4,5,6) implementado computacionalmente, y que ha sido analizado bajo criterio de credibilidad y eficiencia.
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